Lc 1,26-38
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.
José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.
En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:
«¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!»
Una de las costumbres navideñas en mi región natal de Eslovaquia, sin
duda son los augurios del “Día Bueno”, o sea del 24 de diciembre. Este
día las familias se dedican a prepararse para la Noche Buena: se cocinan
muchas comidas típicas, se adornan los hogares, se preparan los regalos, por supuesto no debe faltar un arbolito de navidad y pesebre. Durante toda la jornada, en especial los niños, visitan las casas para augurar a las familias. En mi región de la montaña Alta Tatra se dicen los augurios en nuestro dialecto. Podrían traducirse así:
Augurio, augurio
en esta Santa Vigilia Navideña,
para que lleguemos a la próxima Santa Vigilia Navideña:
con la felicidad, con la salud, con la paz de Dios
y lo que piden de nuestro Buen Dios, que Él les de,
así como el rocío que cae del cielo.
¡Que sea alabado nuestro Señor Jesucristo!
El día culmina con la Cena de Noche Buena, reuniéndose las familias en sus hogares cuando aparece la primera estrella en el cielo. Esta cena se comparte y reza en el círculo familiar, pero siempre se reserva un lugar y un plato para el forastero, pobre, huérfano o solo. A la medianoche se celebra la Santa Misa y se cantan los villancicos. Los días siguientes hasta el día de Reyes, se organizan los grupos de niños y jóvenes que visitan a todas las casas del pueblo para cantar los villancicos. A cambio reciben unas monedas…
Los últimos años la Infancia Misionera encabeza esta actividad llamada
“Buena Noticia” y las moneditas que recolectan los niños cantando villancicos se envían a las Obras Misioneras Pontificias para ayudar a otros niños en los lugares de misión.