*Alegría Navideña*
“Padre, cuantos días faltan para Navidad?”, me preguntó un niño cuando estaba caminando por la plaza de Arque. Yo le respondí: “No sé, cuando se termina el año escolar, viene la Navidad. Ahora estamos recién en junio.”
Para los niños de Arque, la Navidad es un tiempo especial. Les trae entusiasmo y alegría, un sentimiento festivo. Es una época especial porque ellos van a recibir los juguetes favoritos, poner las ropas nuevas, y comer los panetones deliciosos. Y para muchos de ellos, es la única oportunidad del año para recibirlos. En nuestra parroquia los niños participan en tres actividades: teatros, villancicos y danzas. Empezamos dos semanas antes de la Navidad. La música navideña se mezcla con sonrisas y gritos de los pequeñitos quienes aprenden a bailar por primera vez. Uno puede sentir la alegría y la inocencia al ver sus caras. No tengo ninguna duda que la Navidad es de ellos y para ellos. Y cuando empieza la novena, visitamos a las familias que nos invitan. Como un milagro, el número de los niños aumenta durante la novena de visita: empezamos con unos cuantos y terminamos con tantos que nos faltan platos para servirles comida después de la última visita.
Sin embargo, esto me hace pensar mucho. La mayoría de los niños solo vienen a la parroquia en este tiempo. Y después en la próxima Navidad. Sus papás no tienen la costumbre de participar en la misa dominical. Por eso, los niños tampoco vienen. Pero al final me digo: la Navidad es para los niños, hagámosla para ellos.
Lc 1,57-66
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre; pero la madre dijo: «No, debe llamarse Juan.»
Ellos le decían: «No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre.» Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran. Este pidió una pizarra y escribió: «Su nombre es Juan.»
Todos quedaron admirados. Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios. Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea. Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: «¿Qué llegará a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.
Hoy escuchamos el nacimiento de Juan el Bautista, el último y más grande de los profetas de Israel, quien preparó el camino para la llegada de Jesús. Recordamos que cuando todavía estaba en el vientre de su madre, saltó de alegría cuando escuchó la voz de María (Lc 1, 41). El nacimiento de Jesús trae alegría a todos, especialmente a los niños.
Como Juan, ellos están muy feliz cuando nace Jesús quien es como ellos, pequeño y delicado. El evangelio de hoy se termina con una pregunta que nos ofrece esperanza: “Que llegará a ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él.” No sabemos cómo serán los niños en el futuro. Ojalá como Juan el Bautista, algunos podrían ser trabajadores en la viña del Señor. Ahora nuestro trabajo es sembrar semillas. Dios es quien las hace crecer.
❁ ¿Cómo pensamos que debería ser el acompañamiento de las familias en la educación de los hijos? ¿Qué nos hace pensar la historia de hoy?
❁ ¿Estamos dispuestos a ayudar a nuestros hijos a descubrir sus talentos y el plan de Dios para con ellos?
❁ ¿Qué valores siembro en los niños y jóvenes? ¿Qué espacio ocupa la oración en nuestra vida, la lectura bíblica diaria y la santa misa dominical?
❁ ¿La religión es para nuestra familia parte de la vida cotidiana o son solo algunos momentos en el año como la Navidad o Fiesta patronal?
❁ (Dejamos un espacio a los participantes para compartir sus preguntas y reflexiones)
✎ Hoy como familia queremos rezar por las vocaciones sacerdotales o religiosas… ¿Conocemos a algún seminarista o joven religioso/a? ¡Qué tal enviarle un mensaje navideño, comprometiéndonos a acompañarle con nuestras oraciones…
✎ Acompañemos a nuestros niños: Adornemos el pesebre con los adornos brillantes navideños y flores. Ellos expresan nuestra alegría de pertenecer a Cristo…
“En la familia se cultivan los primeros hábitos de amor y cuidado de la vida, como por ejemplo el uso correcto de las cosas, el orden y la limpieza, el respeto al ecosistema local y la protección de todos los seres creados. La familia es el lugar de la formación integral, donde se desenvuelven los distintos aspectos, íntimamente relacionados entre sí, de la maduración personal.”
Laudato Si, 213