Sexto Día

*El Mejor Regalo*

Un misionero verbita me contó su experiencia: fue enviado a la misión, dejando atrás su familia, su padre murió hace muchos años y su madre se quedó viuda. Era un momento muy difícil para dejarla a su madre pues ya era de edad avanzada. Después de tres años trabajando como misionero tenía la oportunidad de tener sus primeras vacaciones, momento de emoción y de mucha alegría. Una de las preocupaciones que tenía él era buscar el mejor regalo para su querida madre y decidió comprar una tela típica de aquel país donde servía como misionero.

Llegó el momento tan esperado, cuando entró a su casa se encontraron con su amada madre, se abrazaron, ambos lloraron de felicidad. Después de que se secaran las lágrimas el joven misionero esperaba que su madre le preguntara sobre aquel regalo, que ha traído para ella. En ningún momento su madre preguntó sobre algún regalo que pudo haberle llevado de la misión, la señora demostraba la felicidad con ganas de seguir abrazándolo. Finalmente, el joven misionero le preguntó porque no le preguntó por un regalo. Su madre le respondió:

“El mejor regalo eres tú mismo.” Y el joven misionero se quedó sorprendido, conmovido y volvió a abrazar a su madre olvidándose de aquel regalo.

Lc 1,39-45

Durante su embarazo, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó:

«¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.»

María tomo la iniciativa de visitar a su prima Isabel que se encuentra embarazada. Un viaje que se requiere un sacrificio, caminando en las montañas por una justa razón, visitar a su prima que aparentemente necesita ayuda más en esta situación. El motivo de la visita no solo por ser parientes sino por la necesidad humana que todos entendemos. María decidió salir de su conformidad para un encuentro personal que se basa en el amor sincero, ella no llevó ninguna cosa material. Aquella visita causó una gran alegría en el corazón de su prima Isabel a la vez expresó su fe y confianza en María: “¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?… Feliz de ti por haber creído…”

La simple visita de María le dio la esperanza, la vida a Isabel, se sintió acompañada para enfrentar la realidad. A diferencia de aquel joven misionero que se preocupaba más por el regalo para su madre, María regaló su propia vida, el testimonio del amor sincero hacia su prima y hacia la humanidad. Cuantas personas hay en este mundo que necesitan de nosotros… no tanto las cosas materiales sino un amor sincero, una simple llamada telefónica, un saludo, una visita, un encuentro… ¿O aquella persona que necesitada ser visitada está dentro de nuestro ser..?

❁ ¿Me encuentro bien, en paz conmigo mismo?

❁ ¿Quiénes son las personas (prioridades) para ser visitadas, para un encuentro personal: en mi familia, en el colegio, en mi comunidad parroquial?

❁ ¿Cuáles son los impedimentos, prejuicios para aquellos encuentros personales? ¿Cómo los enfrentamos, solucionamos?

❁ Cuenta las experiencias de encuentros personales que te cambiaron la vida…

❁ (Dejamos un espacio a los participantes para compartir sus preguntas y reflexiones)

✎ Visitemos hoy o en próximos días a alguien dedicándole nuestro tiempo…

✎ Acompañemos a nuestros niños: Coloquemos otras figuritas en nuestro pesebre: los pastorcitos, los campesinos, los reyes magos… (si no cuento con estas figuritas, puedo hacer un dibujo). Todos ellos traían algún regalo pero el mejor regalo era su corazón puro.

“Pronto está mi corazón.”

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