Los Inicios de Nuestra Mision en Santa Cruz

Cuando llegué a Santa Cruz en los comienzos de 1999 ya he encontrado aquí al Hno. Moacir y al estudiante ecuatoriano Italo Jumbo. La gente los llamaba ‘hermano’ por igual. Algunos sabían que Hermano puede ser religioso católico, otros pensaban más en hermanos separados. De Moacir e Italo me enteré que durante la Navidad y el Año Nuevo estuvieron aquí P. Pedro Pitura y P. Evar Fernández. Era una acción de una sola vez.

     Antes de llegar a Santa Cruz se decía en los encuentros que allí deberíamos hacer el trabajo pastoral sin tener una parroquia. La parroquia se veía como un obstáculo en el trabajo misionero. Esto, el trabajo pastoral sin parroquia, podría haber sido adecuado para los Hermanos, pero tan pronto como la gente se dio cuenta que aquí hay también sacerdotes, preguntaba y deseaba los sacramentos.

     Nos pusimos en contacto con la parroquia más cercana San Pedro y San Pablo y a partir de aquel momento la propia parroquia era solamente cuestión de tiempo. La dependencia de otra parroquia se hizo un obstáculo.

     El trabajo de evangelización que empezaron el Hno. Moacir y hermano Italo ha continuado especialmente con las visitas de casas y reflexiones bíblicas, pero los domingos la gente se acostumbraba a venir para la misa que se celebraba en las aulas de los colegios o debajo de un árbol. Un domingo no conseguimos las llaves de la escuelita indicada, pero como se reunió bastante gente, decidimos celebrar la eucaristía. En el patio de la escuelita estaba erecta la carpa de circo de unos 20m de diámetro. Los domingos por la mañana no tenían atracciones y los dueños nos permitieron usar la carpa para nuestra finalidad. La gente se acomodó en las graderías y el sacerdote con una mesita y silla abajo en la plataforma hecha de tierra en forma de palangana.

     En mitad de la misa nos sorprendió una tormenta con lluvia torrencial. La palangana de tierra rápido se llenó de agua de modo que en el punto más bajo alcanzaba casi hasta la cintura del sacerdote. Nos hemos asegurado contra las aguas de arriba pero nos descuidamos de las aguas de abajo.

     Los sucesos como éste ayudan mucho no solamente en concientizar a la gente de la necesidad de tener un templo sino también de formar una comunidad.

 Bernardo Kuhla, SVD

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