Noveno Día

* La Misericordia y Ternura de Dios *

La misericordia y la ternura de Dios yo la experimenté, hace muchos años, allá en la maravillosa Parroquia de Santiago de Coripata, situada en Nor Yungas, cuando la Santísima Virgen de Chirca nos vino a visitar y se quedó a peregrinar por tres meses recorriendo las 40 comunidades de nuestra parroquia.
Hubo una experiencia que me hizo sentir el caminar misericordioso y tierno de Dios junto a la gente con quienes íbamos acompañando a la Santísima Virgen María, por aquellos caminos de la muerte donde muchas personas han perdido la vida y siguen perdiéndola, porque los caminos son muy angostos y con curvas muy cerradas, precipicios de unos 100-400 metros de profundidad.
Cuando recibimos a la Virgen María en el inicio de nuestro caminar en la
Parroquia, todos los devotos hemos sentido el cariño tierno y misericordioso de Dios hecho realidad en la presencia de la Virgen en nuestra Parroquia.
EL párroco de Chulumani que nos entregó a nuestra Madre la Virgen María, después de celebrar la Misa, en el camino nos colocó el Manto de la Virgen a los dos Sacerdotes que trabajábamos en la parroquia para que con misericordia y ternura de Madre nos proteja a lo largo de este peregrinar. Y subiendo desde el río cuesta arriba con un fuerte sol y sin agua, al llegar a una comunidad llamada Marquiribi, me salió al encuentro un niño de unos tres
años con una sonrisa y una naranjita y me dijo “es para voz Padre” y yo con la tremenda sed que tenía, le agradecí por este gesto generoso de compartir. Hasta el día de hoy lo llevo en mi corazón. En ese momento sentí la Misericordia y la ternura de Dios en el caminar junto a la Virgen María, porque calmé la sed y sentí la ternura de Dios, caminando junto al pueblo de Dios.

Lc 1, 67-79

Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno del Espíritu Santo y dijo proféticamente: «Bendito sea el Señor, el Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su Pueblo, y nos ha dado un poderoso Salvador en la casa de David, su servidor, como lo había anunciado mucho tiempo antes por boca de sus santos profetas, para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odian.
Así tuvo misericordia de nuestros padres y se acordó de su santa Alianza, del juramento que hizo a nuestro padre Abraham de concedernos que, libres de
temor, arrancados de las manos de nuestros enemigos, lo sirvamos en santidad, y justicia bajo su mirada, durante toda nuestra vida.
Y tú, niño, serás llamado Profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor preparando sus caminos, para hacer conocer a su Pueblo la salvación mediante el perdón de los pecados; gracias a la misericordiosa ternura de nuestro Dios, que nos traerá del cielo la visita del Sol naciente, para iluminar a los que están en las tinieblas y en la sombra de la muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»

Zacarías nos regala su cántico en el Evangelio de hoy, con la inspiración del Espíritu Santo, nos reporta las maravillas que hace Dios por su pueblo. Dios “se ha ocupado de rescatar a su pueblo”. Maravilloso es Dios que primero le dio la libertad al hombre; peca, se revela contra Dios, lo ofende, y sin embargo Dios siempre le está ofreciendo amor, ternura, misericordia, perdón, la santidad y además le ofrece vivir en su Reino. Dios se siente responsable de sus hijos a quienes creó por amor. Hagamos de nuestro corazón, un corazón creyente y agradecido con nuestro Padre Dios por su programa de amor para la humanidad; pero no solo eso, sino que este corazón creyente sea misionero, es decir que llevemos la Buena Noticia a la familia, vecinos y ciudad. (PDP)
Seamos como el niño que me regaló esa naranjita, que se dio cuenta que tenía mucho cansancio y sed, no dudó n compartir lo poco que tenía, sin saberlo él, era misericordioso y observaba la necesidad del otro.

❁ ¿De qué manera llevamos la buena noticia a nuestro prójimo?
❁ ¿Sabemos reconocer todo lo que dios ha hecho por nosotros?

✎Prepara un adorno de Navidad y regala a una familia de tu barrio
para que coloque en su árbol de Navidad.
✎Escribe unas alabanzas a Dios por todo lo que hizo por ti y colócalo
bajo tu árbol de Navidad.

No hay cristianismo sin misericordia
Al recibir el perdón de Dios, “nosotros a su vez nos volvemos capaces de perdonar. “Así, la propia miseria y la falta de justicia – observa el Papa – se convierten en una oportunidad para abrirse al dios-rey del cielo, en una medida mayor, la medida de Dios, que es la misericordia”.

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