Quinto Día

* José y Sus Oraciones Sin Respuesta *

José era un chico joven de una familia muy humilde, él era el mayor de tres hermanos. Cuando José tenía siete años, su mamá falleció. José desde muy joven era muy trabajador, se levantaba antes que el sol saliera y preparaba el almuerzo para su familia, ayudaba a su hermanita y hermanito para ir al colegio. Después de la escuela ayudaba a su papá a trabajar en el campo.
José era un buen chico que nunca se metía en problemas, era un buen estudiante. José veía que a todos sus compañeros los llevaban sus mamás al colegio, ellas siempre se despedían de sus hijos con un abrazo y un beso. Él y sus hermanitos no tenían su mamá que les diera un abrazo y un beso de despedida. Sus compañeros se burlaban de él porque su papá no podía comprarle nuevos zapatos, tenía que reparar sus zapatos viejos y usar un año más. José cuestionaba a Dios: “Si tuviera mi mamá no estuviera sufriendo tanto, no sería pobre, no tendría que trabajar tanto”. José rezaba mucho y durante muchos años pidiéndole a Dios, ser un niño como sus compañeros, que no tenían que levantarse temprano, no tenían que ayudar a sus papás a trabajar, no tenían que ayudar a sus hermanitos, no tenían que cocinar pero, parecía que nunca fue escuchado por Dios.
Lo que José no sabía es que, Dios no contestaba sus rezos porque estaba preparado para él, un futuro con muchas bendiciones porque todo lo que José sufría era para que el creciera, para ser un exitoso hombre de negocios que hizo muchas cosas para jóvenes pobres.

Is 7, 10-14

El Señor habló a Ajaz en estos términos: «Pide para ti un signo de parte del Señor, en lo profundo del Abismo, o arriba, en las alturas.» Pero Ajaz respondió: «No lo pediré ni tentaré al Señor.»
Isaías dijo: «Escuchen, entonces, casa de David: ¿Acaso no les basta cansar a los hombres, que cansan también a mi Dios? Por eso el Señor mismo les dará un signo. Miren, la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel.»

En nuestra vida hay muchas veces que rezamos pidiendo a Dios cosas o señales, especialmente cuando estamos en tiempos o situaciones muy difíciles. Normalmente le pedimos a Dios que nos saque de situaciones o momentos de sufrimiento y sentimos que Dios no nos escucha.
En el caso de Ajaz, él tenía la sabiduría, por ello no pedía ningún signo del Señor porque tenía plena confianza que se cumple lo que Dios dice. En Facebook hay un video de un sacerdote que está en juicio, lo que me ha ayudado a entender un poco, la forma en que Dios actúa. La abogada le pregunta al sacerdote: “¿Por qué un Dios amoroso quiere que suframos?” El sacerdote le contenta. “Pedí fuerza, y Dios me dio dificultades para hacerme fuerte. Pedí sabiduría, y Dios me dio problemas para aprender y resolver. Pedí prosperidad, y Dios me dio un cerebro y fuerza para trabajar. Pedí valentía y Dios me dio peligros que vencer. Pedí amor, y Dios me dio personas para ayudar. Pedí favores y Dios me dio oportunidades. No recibí nada de lo que quería. Recibí todo lo que necesitaba.”
Dios sí está escuchando, pero quizás nosotros no estamos percibiendo cómo Dios nos está respondiendo de otras formas. Nuestras oraciones no son contestadas como nosotros queremos. Como el oro que tiene que ser fundido en fuego para ser puro.

❁ ¿Estamos orando y pidiendo a Dios por cosas erróneas?
❁ ¿Nuestras oraciones son órdenes para que Dios las cumpla o estamos
pidiendo que la voluntad de Dios se cumpla?
❁ ¿Reflejado en el pasado de situaciones difíciles, cómo estas situaciones te ayudaron ahora?
❁ ¿Hoy en día, qué peticiones parece que Dios no está escuchando?

✎Como familia, preparemos unos regalitos para aquellas familias
que tienen menos que nosotros.
✎Desde hoy pediré a Dios aquello que me hace falta y no lo que
yo quiero.

La oración es un impulso, es una invocación que va más allá de nosotros mismos: algo que nace en lo más profundo de nuestra persona y llega, porque siente la nostalgia de un encuentro. Esa nostalgia que es más que una necesidad, más que una necesidad: es un camino. La oración es la voz de un “yo” que va a tientas, que procede a tientas, en busca de un “tú”. El encuentro entre el “yo” y el “tú” no se puede hacer con calculadoras: es un encuentro humano y muchas veces procedemos a tientas para encontrar el “tú” que mi “yo” está buscando.

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